Wednesday, January 26, 2005

En Perijá está el negocio carbonero o la indiferencia como aliada del ecocidio(*)

Si nos enfocáramos puntual y localmente en la lamentable situación que atraviesan los ecosistemas del piedemonte perijanero y centramos la mirada y el análisis en la negociación que representa actualmente la explotación con minas a cielo abierto del carbón en la Cuenca del río Guasare, surgen importantes cuestionamientos que de no ser acuciosamente respondidos, llevarían al Estado Venezolano y a su sociedad entera (no sólo la zuliana) a ser cómplice de hechos que atentan contra los derechos más fundamentales de las etnias indígenas que ancestralmente ocupan estos espacios y contra la diversidad biológica que junto a las fuentes de agua, caracterizan a esta zona. Estamos hablando de ser cómplices, de otorgar con nuestro silencio, nuestra tímida actuación y nuestra nada justificable ignorancia actos que son catalogables en términos tajantes como etnocidio y ecocidio.

La mirada pues debe centrarse en el devenir de acontecimientos que se vienen gestando vía Estado Venezolano en la zona, so pretexto de garantizar importantes áreas de explotación de carbón al mercado internacional y nacional. Es bien sabido que se han presentado para la zona, para los municipios más aledaños a la actual concesión de explotación en la micro región carbonífera Guasare-Socuy, experiencias padecidas e irreversibles que se vinculan con la destrucción de cuantiosas extensiones de bosque tropical (por ende de todo el ciclaje de nutrientes y agua de la región)en la zona de Paso Diablo así como la infestación de trabajadores de las minas (producto de micropartículas sólidas del carbón) con la enfermedad pulmonar neumoconiosis que se caracteriza por el endurecimiento intersticial o fibrosis de los pulmones y otras dolencias del aparato respiratorio.

La literatura científica local recoge con cuantiosa y seria estadística las aberraciones que genera en el ambiente y en la salud humana este sistema terrófago de explotación primitiva del mineral presente en el suelo perijanero, mismo que no es aprovechado en la generación de importantes y planificadas obras de inversión social sino que por el contrario (y a la tradicional manera de ser de los colonos e imperialistas de siglos atrás) se siguen destinando a las arcas particulares de consorcios y familias en nada vinculadas con el acontecer cotidiano de los habitantes de las zonas que afectan e impactan de manera profunda.

Estamos hablando de hectáreas y vale acotar lo presentado por la investigación adelantada por los investigadores Viloria y Portillo (1998)1 cuando señalan en la revista del Museo de Biología de La Universidad del Zulia ANARTIA lo siguiente "sobre el programa de desarrollo minero carbonífero de la Sierra de Perijá (Estado Zulia, Venezuela), recientemente acelerado por la participación de nueve consorcios mineros venezolanos, extranjeros o mixtos, en el proceso de solicitud de las concesiones de 84 lotes de tierra destinados a la explotación masiva de carbón mineral mediante el procedimiento denominado "a cielo abierto". Las áreas individuales de estos lotes oscilan entre 180 y 5000 has., y en su conjunto totalizan 256.278, 15 hectáreas en su mayoría aglutinadas en un vasto cinturón que discurre a lo largo del frente perijanero desde Río de Oro hasta el norte de la ciudad de Machiques".

No obstante y entendiendo el contexto y la magnitud de las cifras, gravísimas y totalmente desconocidas por el pueblo venezolano, indagando más hacia la zona que venimos ubicando al norte del piedemonte perijanero, la microregión carbonífera del Guasare, fuente hídrica por excelencia de la capital zuliana y demás localidades en constante crecimiento demográfico, los autores Viloria y Portillo siguen señalando: "Actualmente, en la Mina Paso Diablo (Guasare) la extracción de carbón está por el orden de las 4,5 millones de toneladas métricas anuales (TM), pero se tiene prevista una producción máxima futura de 6.5 millones; en la Mina Socuy se está previendo una producción anual de 10 millones de TM, aunque la explotación no ha comenzado (Anónimo [1998b]). Carbones de la Guajira S.A. comenzó a operar en 1996 en las Minas Norte y Cachirí, produciendo actualmente un millón quinientas TM, con perspectivas futuras para la producción de 4.1 millones de TM (Anónimo [1998c])"."...Bello (1985) 2 presentó detalles informativos sobre los procesos químicos que hacen que el azufre contenido en el carbón mineral contamine el aire, el agua y la tierra. Generalmente, en los sitios de extracción de carbón a cielo abierto las aguas son directamente afectadas, principalmente por la disolución de la pirita (sulfuro de hierro) contenida en el carbón. Esta disolución se verifica cuando el carbón se descubre y se remueve del lugar donde ha permanecido por miles de años, se tritura y se lava (Araujo, 1993) 3. Una serie de reacciones químicas simples determinan la producción in situ de hidróxidos de hierro y ácido sulfúrico, cuyas concentraciones en el agua son directamente proporcionales al porcentaje de azufre contenido en el carbón y a la cantidad de carbón procesada. Bajo estas condiciones, a pesar de que no existen ácidos libres, las aguas se acidifican y adquieren un pH más bajo, lo cual afecta desde la fisicoquímica natural de los cuerpos de agua hasta su biota."
"Para ilustrar las dimensiones de estas modificaciones químicas del ambiente, se mencionará que con una producción anual máxima de 6.5 millones de TM como la proyectada en la Mina Paso Diablo teóricamente se generarían 48.170 toneladas de ácido sulfúrico al año (Bello, 1987) 4, las cuales obviamente serían vertidas a los caños que atraviesan las minas."
Pero más allá de estas manifiestas expresiones de ignorancia ante el panorama ecológico que se avecina, mismo que tienen su origen en una pervertida y ya caduca visión exógena de desarrollo entreguista y hacedor de su propio fin a costa de vidas por el afán de lucro, es importante acotar con consternación, con manifiesto sentido de ética y de respeto por la vida y el agua, que lo que acá se suscita, lo que se pretende desde hace años encubrir desde diversas instancias del poder estadal, viene siendo enfrentado con dignidad y clara disposición de diálogo por diversas organizaciones ambientalistas y comunitarias, muchas de ellas afectadas seriamente en el presente y en el futuro por los planes de expansión de este modelo corrosivo a la vida y nada vinculado con los cambios que se vienen gestando en las reclamaciones de otro mundo posible, más sustentable y menos proclive a la muerte y al engaño.
Se ha pretendido, sin razón alguna y con notoria y efusiva ignorancia y desprecio por las comunidades indígenas, desprestigiar toda manifestación y toda declaración que innumerables intelectuales locales y nacionales, grupos vecinales y ONG`s de la región y el país han llevado con cara intención de hacer virajes en esta ciega carrera por explotar el dinero que en forma de carbón, contaminación y muerte se encuentra en el verdor húmedo y tropical de Perijá.
Estudios de Impacto Ambiental al mejor postor, trasnacionales de ubicuidad conocida y padecida, nulos estudios del impacto sociocultural que generaría esta intervención terrofágica son los cotidianos obstáculos para creer en la noble voluntad de un proceso de cambios de urgente aplicación en todos los ámbitos de la vida nacional. Pero, si el Ministerio del Ambiente no planifica, no conversa con los hombres que colectivamente reclaman sus derechos ambientales a una vida sana y libre de contaminación de todo tipo, qué más se puede esperar. Se necesita una contundente aclaratoria con los ciudadanos indígenas de la región que están sumamente inconformes con la manipulación de la que son víctimas sin su más mínimo consentimiento cuando el líder del proceso revolucionario cada vez con más frecuencia, oferta y gerencia los recursos minerales que están por debajo del suelo y las aguas que habitan ancestralmente.
En un planeta cada vez más convulso y en un país que se crece en la capacidad de generar un modelo parido y creado desde su inventiva particular, no deben prevalecer planes con signos de imperio atados a la exclusión y a la miseria que casualmente se pretende acabar. Es pertinente pues relacionar esta realidad en este pequeño (diríase) espacio de la geografía nacional que es la Cuenca del Guasare en la Sierra de Perijá, con la lucha incansable de siglos que este vapuleado y exprimido continente tiene contra aquellos que se erigen en superpolicías y gurúes de la vida con sus indignos modelos civilizatorios anclados en la exclusión, en la homogeneización del pensamiento y en la patente de todo cuanto pueda generar lucro, inclusive la vida toda.
Es menester revisar las palabras que a continuación se citan, autoría de Francisco Javier Velazco (2003)5, ciudadano ligado a la investigación y difusión de interesantes claves para la transformación ecosocial de Venezuela, cuando en el artículo: Naturaleza, Cultura y diversidad, publicado en "La Mancha" señala: "Lo dinámico de la biodiversidad no está divorciado de las relaciones sociales, de los contextos culturales e históricos. La existencia de lo Naturaleza no es independiente de la sociedad y la cultura ya que éstas plasman sus códigos y relaciones en aquélla. La Naturaleza, además de ser una creación física y biológica, es también una construcción sociocultural. A lo largo de lo historia humana la relación de muchos sociedades con el mundo natural ha estado con­dicionada por un delicado tejido de factores ecológicos y culturales que ha sido garantía de protección y superviven­cia." Es vital alfabetizarse y creer en la justa realidad que se pretende avasallar por unos cuantos años de lucro inexplicable bajo todo punto de vista. La realidad cultural ligada a las cosmovisiones plurales y ancestrales de nuestras etnias indígenas, altas conocedoras y herederas de años de depravación excluyente, de etnocidio sistemático y de miseria infinita.
Un estado como todo cuerpo colectivo debe promover la justa discusión de estos hechos que ya son medibles y que cuentan con la suficiente cantidad de expedientes en fiscalía y defensoría del pueblo. No es posible bajo ningún concepto, así tenga que ver con el falso y ya en desuso concepto de desarrollo y progreso, que estas maquinarias de extracción del carbón y esta irreversible acidificación de nuestros cuerpos de agua, de nuestros insectos, anfibios, reptiles, mamíferos y aves se siga manteniendo aupado por la silente y amodorrada colectividad frustrada. Los bosques representan la garantía de seguir manteniendo el agua en nuestras casas, más que frondas y texturas maderables son vida en forma de humedad y ciclaje de nutrientes, son la causa de que embalses como los de Manuelote y Tulé sigan siendo surtidos del vital líquido dador de vida. Los indígenas como ciudadanos originarios, como pobladores de la maravilla natural que es Perijá, claman por un justo y equitativo escenario donde surjan los debates sanos en procura de la vida y la producción local sincera y endógena. Es imperativo asegurar un clima de diálogo para que pueda existir la manifestación de la democracia participativa y protagónica y para que las voces de los que crecen en estos territorios sea escuchada con la certeza de rendir homenaje a lo que representan en nosotros como colectivo, como país. Solo así se habla y trabaja por la sumatoria de felicidad ya clamada y asimilada en las acciones de los forjadores de repúblicas de hace más de doscientos años y que en los actuales años conmemoramos en la totalidad de nuestra realidad nacional.
Señala Velazco: "El vínculo con el ambiente produce el resultado cultural de lo que denominamos territorio, espacio en el que crista­lizan diversas formas que se convierten en fundamento de lo organización de la sociedad. En este contexto la reproduc­ción de lo social no es el mero resultado de los relaciones de lo sociedad con la Naturaleza. La propia Naturaleza y su diversidad son también en parte el producto de relaciones socioculturales diversas". Nunca se justificará el que puede arrebatársele a un inmenso y digno colectivo, a un espacio infinito de vida la capacidad de generar más vida, más asombros y epifanías de las telúricas expresiones del barro y la sangre latinoamericana so pretexto (nada grato) de más exclusión disfrazada de integración chucuta, so pretexto de progreso mezquino e indigno a costa de las enfermedades en las venas que son los ríos y en las almas da tantos dignos ciudadanos de nuestra patria grande: la América toda!!!.

Referencias bibliográficas

1. Viloria, A. L. y Portillo, Lusbi. 2000. Observaciones sobre la extracción del carbón en la Sierra de Perijá (Zulia, Venezuela) y sus consecuencias negativas e irreversibles sobre el ambiente local. Anartia. Publicación ocasional del Museo de Biología de La Universidad del Zulia. Nº 12. 19 p. 1 tabls. y 4 figs.

2. Bello, C. L. 1985. Consideraciones ecológicas de los caños de la región carbonífera del Guasare, Estado Zulia. Maracaibo: Ediciones de la Facultad Experimental de Ciencias de La Universidad del Zulia/Ars Gráfica, S.A., 74 p., 4 tabls., 24 figs.

3. Bello, C. L. 1987. La contaminación ácida por la explotación de las minas de carbón ¿un problema real?. III Jornadas de Investigación de la Facultad Experimental de Ciencias de La Universidad del Zulia. Maracaibo, 7 al 10 de julio de 1987, pp. 41 (resumen.)

4. Araujo, M. 1993. Efectos de la explotación carbonífera sobre los sistemas lóticos. Maracaibo: La Universidad del Zulia, Facultad Experimental de Ciencias, iii + 42 p. [seminario].

5. Velazco, F. J. 2003. Naturaleza, Cultura y diversidad. La Mancha. Caracas. Nº 5. 7p.




(*)Nicanor Alejandro Cifuentes Gil
Lic. en Biología. Docente Agroecología UBV-Sede Maracaibo.
C.I. 14.208.465.
ncifuentes@cantv.net
Maracaibo, 23 de enero de 2005. Día de digna soberanía. (Nota del autor).




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Venezuela - Enero 2005




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